Hola familia, ¿Qué tal?
Sé que recientemente habéis pasado por
un momento muy duro, e incluso puede que todavía, como es lógico,
estéis tristes, decaídos, sin entender el por qué le ha tenido que
tocar a él pasar eso. Por
qué ha tenido que ser él
precisamente el que, a la edad que tuviese, tuviera que decirle adiós
a la vida y a los suyos, seguro que le quedaba mucho por vivir con
vosotros. Por mucho que digan, nunca estamos preparados para afrontar
algo así en primera persona, ni para ver cómo le ocurre a una
persona a la que queremos. Imagino como os sentís. Y lo siento.
Mucho.
Pero
os tengo que dar una buena noticia y no hay nada que me gustaría más
que todo esto que os voy a contar, os hiciese un poco más felices.
Gracias
a él he vuelto a
respirar, he vuelto a vivir. Llevo dentro muy orgullosa sus pulmones,
y prometo cuidarlos como lo ha hecho él
durante toda su vida. Parte de él está
ahora dentro de mí, así que de alguna forma él
sigue vivo.
Muchas
veces me pregunto cómo era, que aficiones tenía, que hacía para
conservar estos pulmones tan bien. También me pregunto qué le habrá
pasado... sé que suena algo macabro, pero es la verdad.
Quería
agradeceros que tomaseis esa decisión tan difícil. Tiene que ser
muy duro que cuando alguien a quien quieres fallece, de las primeras
cosas que te pregunten es si estáis dispuestos a donar sus órganos
a alguien que los necesite. Y yo, y creo que me puedo permitir el
lujo de hacerlo, quiero daros las gracias tanto a vosotros, como al
resto de familias, y como no a los donantes en sí, por hacer posible
el sueño de otras personas. Por permitirnos volver a vivir, volver a
tener sueños, ilusiones. Y es que respirar está muy infravalorado.
Hasta que no te ves en la tesitura de estar 24 horas al día con
oxígeno, con necesidad de estar en silla de ruedas para hacer
cualquier trayecto ya sea largo o corto... Hasta ese momento no
valoras lo importante que es tener unos pulmones sanos y bien
bonitos.
Recuerdo
que cuando iba con la silla de ruedas por la calle, me llamaba la
atención ver a ancianos caminando deprisa, subiendo y bajando
escaleras... no me lo creía, no entendía que esas personas mayores,
de más de 80 años pudiesen hacer cosas que para mí eran
inimaginables.
Y
ahora, gracias a vosotros y gracias a él
hago una vida totalmente normal. Pienso vivir por él y por mí.
Los viajes, las aventuras, todo
lo que aprenda... lo haré por los dos. Así que me gustaría que
estuvieseis un poco más tranquilos ahora que sabeis que en el fondo, ÉL SIGUE VIVO.