Se está acabando el segundo día del
2015 y aún no me he animado a escribir nada ni de este nuevo año ni
del pasado. Pero bueno, ya se han “calmado” las cosas así que
puedo empezar:
Estos últimos meses del año fueron un
tanto duros para mi y los míos por lo que a mi salud respecta. He
pasado por muchos baches y de varios de ellos me costó o me está
costando levantarme (cada vez son más hondos los jodíos).
Hace unos meses pensaba en la idea del
trasplante y sinceramente, prefería aguantar como estaba a meterme
en esa operación y pasar todo lo que hay que pasar. Pero las
circunstancias han hecho que cambien las tornas y que esté deseando
que suene ese teléfono tan cutre que tengo y me digan que me
necesitan en Santander. No le tengo absolutamente nada de miedo ni a
la operación ni a lo que viene después. De hecho firmaría por ir
ahora mismo. Se que hay gente que lo va a pasar mal durante una
temporada cuando sea la operación, pero creerme que merecerá la
pena. No es humano que alguien se encuentre física o
psicológicamente como yo me encuentro en algunos momentos del día.
Nadie se merece esto.
Se que hay mucha gente que está
conmigo aunque yo ni si quiera les conozca (suena gracioso, pero es
verdad) y eso es de agradecer. Y lo agradezco de corazón aunque no
se me note mucho y a veces me agobie por cosas de esas.
Bueno, pues solo me queda decir lo que
le pido a este nuevo año, aunque en realidad lo pido a cada día...
no creo que el cambio de año influya en que estos 365 días me vaya
a ir peor o mejor que los anteriores.
De todas formas, mi deseo son dos
pulmones sanos, bien guapos y rositas, y que me queden como un guante
por dentro, aunque nadie me los vea cuando ya los lleve puestos.
Se que el hecho de que yo reciba unos
pulmones quiere decir que alguien ha dejado de necesitarlos... y
aunque no suelo ser egoista, esta vez me lo voy a permitir. Cueste lo
que cueste.
