Me pondré en situación: Hace más o menos un año, yo me encontraba en la sala de espera del HUCA, en Oviedo, y estaban a punto de decirme que a partir de ahora ya era necesario que me comenzasen a ver y a tratar un hospital en el cual se hiciesen trasplantes de pulmón. Y es que a partir de ese momento comencé a verlo todo de distinta manera, porque hasta ese día lo veía todo muy lejano, pero ya estaba ahí, lo estaba rozando con la punta de los dedos.
Creo recordar que a comienzos de abril, un jueves, recibimos una llamada en la que se me cita al día siguiente en el Hospital La Fe de Valencia, ni mas ni menos. Ese día me despedí de mis amigos, muy nerviosa y porque no decirlo, triste y muerta de miedo. Y al día siguiente a las 7 de la mañana había una ambulancia en mi portal esperándome para hacer 7 horas de viaje hasta La Fe.
Unas vez allí mis recuerdos no comienzan a mejorar, ya que me las hicieron pasar putas, hablando en plata, con una serie de pruebas dolorosas y que desgraciadamente no valieron para nada.
En ese hospital me pasé 3 semanas que se me hicieron eternas, sobre todo las dos primeras, porque estaba sola, solo con mis padres y la visita de los médicos y las enfermeras. La tercera semana la cosa mejoró, cuando se acercaron a mi unos chicos y chicas y me invitaron a ir con ellos un rato, a despejar por el hospital. Y allí me encontré a grandes personas, con sus mas carillas, que hacía imposible verles la cara al completo, nos llamamos a nosotros mismos los "Mascarillas Verdes". Hice muy buenas migas con todos ellos, y el hecho de que tuviesen Fibrosis Quística todos y de que estuviesen ya trasplantados me dio la oportunidad de poder hacerles mil preguntas, y de poder escuchar sus valiosos consejos. Con ellos podía ser 100% yo, podía hablar tranquilamente de todas las pastillas que tomábamos, que no eran pocas precisamente, y de los tratamientos con los que estábamos. Tan tranquilamente, y me entendían. Y les entendía. Me sentí realmente a gusto con ellos, y cuando me marché del hospital lo pasé muy mal por culpa, o quizá gracias a ellos. Y debe ser por ellos por lo que ahora no recuerdo con ningún mal sabor de boca mis tres semanas en La Fe. Si señor.
A, por cierto, tengo que decir que en esa semana que he estado con ellos no nos hemos podido tocar unos a otros, ni siquiera uno coger el movil del otro, y mucho menos yo con ellos, por culpa de mi Myco que podía ser muy peligrosa si la cogía cualquiera de ellos. Cada uno tenía que estar con su mascarilla, en su sitio, porque sino ya nos podíamos preparar bien para la bronca que nos echaba la Doctora...
Los de la foto somos nosotros, una noche, de "goterón".
MASCARILLAS VERDES |
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